24 de abril 2023

Cinturones a tu medida

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La historia del cinturón y su origen

El cinturón o correa está unido a los orígenes del vestido y del complemento. Se sabe que el hombre del Neolítico ceñía sus pieles con un amplio cinturón o correa de cuero.

Hombres y mujeres usaron esta prenda en la Antigüedad, y aunque con distinta profusión. Asirios y caldeos llevaban ropajes holgados que no necesitaban sujeción, siendo entre ellos poco usado el cinto, a menos que formara parte del atuendo militar.

Los monumentos egipcios y babilónicos muestran el uso generalizado de este elemento del atuendo. La vieja pintura egipcia muestra a la mujer con túnica blanca ceñida con cinturón encarnado que forma lazada sobre el vientre, mientras que en el esquenti o atuendo varonil las colas del cinturón caen por detrás hasta el suelo.

La Historia del cinturón o correa

El cinturón o correa tiene una historia de lo más curiosa y sorprendente. Un complemento de la vestimenta, que podemos encontrar elaborados de gran cantidad de materiales, pero no siempre ha sido de este modo.

1-. Origen del cinturón

El origen del cinturón lo encontramos en el capítulo 3 del Génesis. Se lee que cuando Adán y Eva se dieron cuenta de que habían pecado tejieron con hojas de higuera una jagorá o especie de cinturón con que cubrir sus vergüenzas. El cinturón fue, así, lo primero que vistió el hombre.

2-. Cuándo se inventó el cinturón

El cinturón o correa está unido a los orígenes del vestido y del complemento. Se sabe que el hombre del Neolítico ceñía sus pieles con un amplio cinturón o correa de cuero.

Hombres y mujeres usaron esta prenda en la Antigüedad, y aunque con distinta profusión. Asirios y caldeos llevaban ropajes holgados que no necesitaban sujeción, siendo entre ellos poco usado el cinto, a menos que formara parte del atuendo militar.

Los monumentos egipcios y babilónicos muestran el uso generalizado de este elemento del atuendo. La vieja pintura egipcia muestra a la mujer con túnica blanca ceñida con cinturón encarnado que forma lazada sobre el vientre, mientras que en el esquenti o atuendo varonil las colas del cinturón caen por detrás hasta el suelo.

En la antigua Grecia el cinturón ceñía la túnica, prenda que rara vez se dejaba suelta porque impedía el libre desenvolvimiento al andar, cosa que hacían con gracia las mujeres jonias. También solía, una vez recogida la túnica con un cinturón oculto, utilizar un segundo cinturón sujeto con hebilla, más decorativo que funcional.

Homero habla de los cinturones de algunas mujeres, ricamente bordados por ellas con dibujos elegantes y colores muy vivos, cinturones que podían alcanzar anchura similar a la de una faja. Reyes, dioses, héroes…, todos lo utilizan.

El cinturón dorado que ponían a Afrodita donde se supone que tenía la diosa el aguijón del deseo y de las penas y alegrías de amor, fue en el mundo antiguo arquetipo del cinturón ornamental. El cinto era pieza fundamental en el atuendo de la mujer griega.

Su utilidad material se veía sobrepasada por su simbolismo. Incluso diosas, como la esposa de Zeus, se abrochan la túnica con joyas, calzan las sandalias doradas y se ciñen el cinturón de Afrodita en el que se cifraba todo el deseo.

El cinturón estaba relacionado con el sexo: Mirrina, personaje de la comedia de Aristófanes, Lisístrata, lo buscaba en la oscuridad.

En los medios aristocráticos las damas griegas realzaban su esbeltez con cinturones anchos que diseñaban sus caderas.

Homero cuenta que Afrodita se ceñía un cinturón bordado, y cuenta cómo la diosa Hera sedujo a Zeus con él.

Era prenda tan frecuente que a menudo se llevaba un par de ellos uno exterior y otro interior donde las mujeres escondían secretos de amor, cartas y regalos de amantes, perfumes, elixires y bebedizos, venenos y pócimas.

A menudo eran unas simples bandas de tela de colores. Los motivos pictóricos de diversos murales hallados en Pompeya representan mujeres ciñéndoselos.

Cuando la mujer quería disimular sus kilos de más el ceñido era exagerado: la mujer gorda era antítesis del amor.

En esto los romanos heredaban la visión griega. En una de sus Cartas de heteras recuerda Alcifrón el gusto por la estrechez de cintura: Seducía a todos, como si en su poder estuviera el cinturón mágico, por haber acogido a Afrodita en compañía de las Gracias.

También los etruscos y los romanos lo utilizaron; al principio un simple cordón, luego sustituido por una cinta ancha con broche para ceñir la toga.

Los etruscos vieron en esta prenda posibilidades decorativas del traje de ambos sexos: cinturones bordados y guarnecidos de pedrería.

Tuvo importancia en el ámbito militar romano: la frase “tomar el cinturón” era sinónima de ir al servicio militar; y ser despojado del cinturón era tanto como ser expulsado del ejército de manera deshonrosa.

El cinturón no sólo servía para asir el tahalí o alguna arma corta, sino también como bolsillo.

En Roma simbolizó asimismo la dignidad, el poder y la fuerza. También la sumisión y el acatamiento. Ceñírselo indicaba compromiso, empeño de la palabra; y desceñirlo equivalía a romper un juramento, alejarse de lazos adquiridos o renunciar a un voto.

A finales del Imperio los cargos públicos llevaban cinturón para indicar su condición, uso que se impuso luego en Bizancio, donde adquirió gran importancia: cinturones lujosos, como el del prefecto del pretorio, de cuero doble, teñido de púrpura y delicadamente bordado, dotado a su vez de un broche de oro.

En el disco de Teodosio conservado en la Academia de la Historia puede verse al emperador y sus hijos con cinturones labrados de piedras preciosas.

En las catacumbas romanas los primeros cristianos se despojaban de sus riquezas, que entregaban a la Iglesia: entre esas riquezas abundan los cinturones con apliques de oro y piedras preciosas.

Evolución del cinturón

Desde comienzos de la Edad Media hasta el siglo XV, el cinturón fue prenda obligatoria en el traje civil y militar, así como insignia de la caballería andante.

Cuando en el siglo XII, se modificó por completo el traje del hombre, el brial se ciñó al talle con un estrecho cinturón.

Eran cinturones guarnecidos con placas de orfebrería y cabos de metal muy trabajados, ceñidos por debajo de la cintura para dar prestancia a la figura.

Caso distinto era el de las mujeres: sólo lo utilizaban como adorno las honorables, y estaba prohibido por ley llevar cinturón a las mujeres de dudosa reputación.

Los cinturones de pasamanería y apliques dorados estuvieron de moda en el siglo XV: de ellos se colgaban llaves, escarcelas o bolsas y cuchillos.

Las viudas dejaban sobre la tumba del esposo su cinto de casada, mostrando así el respeto al marido muerto, publicando la promesa de guardarle fidelidad y contenerse.

Los burgueses lucían relucientes cinturones de cuero del que pendían sus bolsas; los escribanos colgaban de él el tintero y otros útiles del oficio.

Hubo asimismo cinturones de viaje para el dinero: era lo primero que exigían los salteadores.

Tuvo a su vez uso lúdico: el cinturón de baile llevaba asido un número de campanillas y cascabeles, siendo a menudo un simple cordón de seda. La correa o cinturón apareció siempre como parte jerarquizante del atuendo según sus formas y colores.

En los siglos XVI y XVII el cinturón perdió importancia su uso, y en los siguientes se redujo tanto que poco a poco fue relegado a uso de mujeres, quedando como prenda interior en el uso masculino. Desde la Antigüedad estuvo vinculado a creencias supersticiosas.

El naturalista latino Plinio dice en el siglo I que si un hombre cuya mujer está preñada desata su cinturón y lo anuda en torno a la cintura de la esposa desatándolo rápidamente el parto se precipita sólo si el marido es responsable del embarazo, y dice: “Yo lo até, y yo lo desaté”; pero si el embarazo no es cosa de él, no sucede nada.

Del siglo XVI data la costumbre de pasar por el vientre de la embarazada un cinturón que haya estado en contacto con la imagen de la Virgen; y para quedar preñada la mujer nada surtía mejor efecto que ceñirse un cinturón de piel de foca.

El cinturón femenino sólo tenía un enemigo: la preñez. La necesidad de defender a la mujer y al feto de la opresión del cinto hacía que el vestido se ajustase a la nueva circunstancia: encinta procede del latín incincta, participio pasivo de cingere= ceñir + la partícula negativa /in-/,ya que la embarazada se desprendía del ceñidor en los meses grávidos.

El cambio anatómico de la preñez y el cinturón no eran compatibles. Por eso se usaron cinturones anchos para ocultar el embarazo no deseado, o ya en tiempos recientes para poder seguir los dictados de la moda. A esos fines se subía la cintura hasta el arranque del pecho o se bajaba a la ingle.

webgrafía: https://curiosfera-historia.com/historia-del-cinturon/#:~:text=El%20origen%20del%20cintur%C3%B3n%20lo,primero%20que%20visti%C3%B3%20el%20hombre.

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